La conciencia escrupulosa

Por Melissa Méndez Orantes

Acabo de comerme a mi hermano en un bowl del Panda Express, podía leerse “Res Beijing Doble (picante)”, necesito que comprendas que ahora mismo estoy muriendo.

Saliendo del Panda Express recibí la llamada de tu mujer (de eso hace aproximadamente una hora), ella me notificó que la carne que acababa de consumir era humana y filial. Corrí a mi nuevo departamento a cuatro cuadras del restaurante de comida rápida gourmet y a dos del Eje Central, ya no pudiste conocerlo conmigo.

Veinte minutos después de la llamada comencé a retorcerme en la banqueta de mi edificio, el dolor estomacal me impidió ingresar al departamento a pie, necesité gatear los tres pisos para después alzar la mano con las llaves que abren la puerta, mismas que resbalaron por mis dedos una y otra vez.

La vecina con notable desagrado fue quien giró la llave, entonces pude ingresar. Recostada en el piso del comedor o más bien de panza descubierta al mármol frío, logré calmar un poco el dolor pero nunca la mente. Cinco minutos después de haber ingresado al departamento (y dos después de permanecer acostada) mi madre me llamó por celular, notificándome la desaparición de mi hermano y la notable preocupación de la familia, de la familia entera.

Perdí la noción del tiempo al colgar con mi madre, pero sé que intenté vomitar y sé también que no lo logré. Mi hermano sigue dentro y he decidido no esperar a que ocurra la digestión en un retrete, no permitiré que mi último recuerdo de él sea convertido en mierda.

Ella, tu mujer, no tendrá ese privilegio.

A una decisión importante siempre le continúa otra: voy a quitarme la vida. Pero antes he tenido que ingresar a Facebook para mirar nuestras viejas fotos. ¡Cuánto nos divertimos derrochando dinero en lugares de lujo y comprando tonterías sin sentido sentido! Por lo menos logré comprender el disgusto y el odio que tu mujer tiene hacia mí. Después miré las fotos que tienes con ella y con tus trillizas, no puedes con tu cara de aburrimiento y ella tampoco se ve feliz, he llegado a la conclusión de que la vida sobre la faz de esta tierra no puede continuar así.

Es por esto que he subido a la azotea, ya caminando como la gente decente y con la frente en alto (aunque en realidad los tres deberíamos estar aquí). Con mis manos de clase media alta cargué el último regalo que me hiciste, la computadora HP rosada que tanto me gustó aquél día de compras; después de cerrar Facebook abrí Hotmail, puesto que decidí escribirte este último mensaje por Hotmail y no por Gmail (siento que es más entrañable que cualquier otro servicio de mensajería electrónica), pero descuida, ya casi termino, y una vez enviado este correo habré de caer 15 pisos abajo. Hoy tendré la última de mis caídas, una caída pulcra.

Sé que el Alarma o el Basta publicará las fotos de mi estómago reventado junto con mis sesos, así como mi cara deforme impactada sobre el pavimento. Sé que mi padre intentará sobornarlos para que no lo hagan, pero también sé que no lo logrará; no obstante, a cambio, podrá poner en la sala esa última foto enmarcada de sus dos hijos mezclados como carne molida premium, lista para preparar hamburguesas u alguna otra versión de carne Beijín.

En cierta medida está bien, lo merezco, merezco ese último minuto de fama roja y titular que con el paso de los años tendrá la posibilidad de engalanar la pared de algún museo de arte contemporáneo. Las trillizas podrán disfrutar la única acción trascendente (encaminada al mundo artístico) de su madre en este globo terráqueo.

Pero esta carta no es para las otras mujeres de tu vida, ni para mi hermano, ni para mis padres, es para ti mi amor. El hombre que pegó en donde más dolió.

Eres un cobarde.

Si ella hizo esto fue porque de una u otra forma tú se lo permitiste, tú ayudaste a que ese cocinero del Panda Express tuviera el día más fascinante de su vida cocinando carne humana por última y única vez, también ayudaste a que esos secuestradores tuvieran el momento más impactante de su existencia mientras sustraían a un ser de luz de primera calidad, y así sucesivamente la cadena…

¿Cómo romper una cadena si eso somos? Maravillosos puntos luminosos de un juego muy antiguo, olvidé algo en el cronograma anterior: Comí diez ácidos que le compré a uno de tus chalanes, únicamente porque lo vi como negocio, de eso no sé… ya van varios meses, no los regañes.

Pero ahora estoy viendo algo bonito antes de saltar. Te veo a lo lejos y eres un ángel.

Todo esto para que me ponga a pensar que en realidad eres una persona muy bondadosa, porque sí lo fuiste y nunca pude pagarte, «queda una deuda pendiente», como a veces lo cantan en re mayor esos galanes de circuitos mojados en Bandamax.

Todos más que conectados estamos bailados. Esto tiene que finalizar porque así lo marca el reloj de las manecillas invisibles, ese pequeño globo de bolsillo que Dios le regaló al hombre, al niño. No eres tú, fui siempre yo cariño, los relojes para mujer tan sólo son versiones… modelos… fabricaciones más pequeñas.

Porque nuestra educación fue inmensamente distinta, quizá no me di la oportunidad de esperar a que tú lo entendieras, pero me da gusto pensar que por lo menos ayudé a resolver tu matrimonio, me gusta pensar que ella si está hecha a tu medida.

Me dejo ir con todo el dolor de abandonar estas teclas con incrustaciones brillantes y un rosa divertido, tan bubble como el teen porn que disfrutas a diario. Porque son las actrices porno las que deberían tener el honor de ser confundidas con extraterrestres, jamás esas modeluchas anoréxicas haute couture.

Mañana no habré de CAGAR más, aunque mi madre no soporte aquella palabra. Es el instante divino.

Entre tanto, discúlpame por tanto instante material, también me duele la dificultad de esta lectura, siempre aprendí a la mala (pero te quiero).

P.D. No vayas al Panda Express, sobre todo evita llevar a las niñas, el cerdo se confunde con el pollo y el pollo en realidad no se confunde con el pescado.

losa

La poesía de Teresa Wilms Montt

Valle-Inclán diría de Teresa Wilms Montt (Viña del Mar, 8 de septiembre de 1893 – París, 24 de diciembre de 1921) : «Maravillosa virtud la de esta voz que golpea la puerta de bronce del templo de Isis: los ecos milenarios se despiertan, y las sombras antiguas acuden al conjuro, pasan guiadas por la música de las palabras que se abren como círculos mágicos en un aire nocturno».

En la actualidad, lo mejor que podemos decir sobre ella es que hay que leerla, no dejemos que la voz de esta poeta chilena se pierda.

ter1

Contenidos en su antología «Anuarí», estos son algunos de sus poemas:

***************************

Regaló la noche al pantano una estrella

centro de la esfera fangosa irradiaba el astro en la podredumbre verde, palacio de reptiles

y en coro alrededor, lotus de veneno surgían sapos inquietando el sosiego de los valles con el croar siniestro

despertó el águila, y abandonando la roca, voló hacia el plano

el punto fulgurante marcó su orgullo

creyó rasgar el azul para rozar un astro y precipitóse al pantano putrefacto

llevóse la estrella la rapiña a lo hondo, estampada en las soberbias alas

estallaron resoplando cual instrumento, destrozados, los reptiles y los sapos.

**************************

Se ahogó mi risa en el espejo

largo crujido siniestro lanzó a la noche el cristal de plata

una, dos… calló la hora, metal frío de planeta en la rigidez del páramo

epiléptica de calentura la luna se dio a los balcones

y el cadáver de mi risa es una esmeralda blanda que al deshacerse vuelve en la superficie argollas y cruces brillantes.

***************************

¡Anuarí! ¡Anuarí!

Espíritu profundo, vuelve del caos

torna en misteriosa envoltura, huésped de mis noches glaciales

que tus dedos de sueño posen sobre mis párpados desvelados

ciérralos, Anuarí

veneno sublime, da muerte a mi cerebro aterrado

quédate sobre mi fosa sonriendo enigmático

sonrisas de ultratumba, sombra y luz, sonrisa tremenda que me ha aniquilado

¡espíritu profundo, vuelve del caos!

se han muerto todas mis flores, sólo queda para tu hambre la sangrienta herida de mi corazón partido

Anuarí, Anuarí. ¡Sucumbo en el torbellino de los astros locos que se precipitan!

¡Vuelve del caos!

teresa-wilms

COLUMNAS VERTEBRALES DE ACETATO

celulosa

A la memoria de mi abuelo.

 

De esa película que nunca filmé ya sólo quedan nuestros vestuarios polvosos

En el ropero también está tu gancho

 el papel tapiz se cae a pedazos

en él se ven proyectados algunos créditos, pero el sonido ya no sirve

 me quedé esperando los violines

alguna vez pensé: esto no es una pared, esto es nuestra vida

aún no he dejado de habitar este mundo

aún vive la envidia, el rencor, las ganas de ser:

de ser más que el otro, de hablar más que el otro, de recibir más aplausos que el otro

 de publicar más pendejadas que el otro.

Pero sin querer tocamos con nuestros dedos lo que quedaba de las paredes

y el papel tapiz que puede ser del color que tú escojas comenzó a incendiarse

en el ropero también estaba tu gancho, tu vestuario ¿aún recuerdas?

si se ha destruido la película es porque se ha quemado el acetato de celulosa

¿Pero a quién carajos le importa el acetato con tanta tecnología y con tan poca memoria?

memoria de mierda a corto plazo

se nos ha hecho creer que los personajes de las películas son inmortales

y que lo que importa es que al final Jasón y Medea o Barbie y Ken o Ken y Ken o Barbie y Barbie

se queden fornicando, porque a eso llamamos libertad, <flujo> de conciencia

pero yo sé que alguna vez viste las cenizas cubriendo la plaza de la ciudad y sus museos

cubriendo los cuerpos a su vez cubiertos por bolsas negras y nuestras credenciales

los cheques de banco y las casas desalojadas

la sangre seca en algún barandal y el zapato perdido.

La verdad es que quisiera estar segura de saber a quién le hablo, pero ya no sé a quién le hablo

ya no venden rollos de acetato y tampoco sé cómo hacer otra película

me estoy haciendo vieja para aprender.

Miro las cenizas en mis manos

y pienso que esas cenizas también están mezcladas con los huesos calcinados de mi abuelo

y pienso que le debo otra película

que esa es mi pequeña y secreta misión, porque nunca pude terminar criminología

porque nunca logré aprender a disparar un arma.

Mi abuelo fue de los que trataron de ser buenos pero en el camino se convirtieron en malos

mi tío fue de los que trataron de detener la droga pero la acabaron distribuyendo

mi papá fue de los que trataron de ser revolucionarios

pero acabaron confundiendo cabezas de políticos con las de venados

mi ex novio fue de los que trataron de cantar corridos pero acabaron acuchillados

Las mujeres de mi familia fueron de las que no trataron de hacer algo y lo lograron

y es que nuestras caídas a la luz de ciertos proyectores producen una sensación de alivio, de liberación.

Leí una vez que una periodista escribió:

“¿Cómo puede ser posible que la fuerza del pueblo,  la unión, no hayan sido suficientes como para defender al pueblo de México de sus actores?”

Y horas después, ese mismo día, escuché como una mujer en Hacienda le gritaba a un funcionario: “Llevo trabajando desde los 8 años y si me quitan lo que he ahorrado, mato”

Mato. Mato. Mato. Mato.

Y el funcionario no le contestó lo que todos hubiéramos esperado: “Señora, matar está muy mal, matar es un acto que se condena en nuestra sociedad”, sino que le dijo: “Señora, quédese tranquila, tenemos la situación bajo control”.

Ambos eran actores y se habían mentido a la cara, es el precio a pagar cuando no se cuenta con una buena educación teatral (no mentiré aún así disfruté del espectáculo).

Y yo pienso que seguro antes, en la época de mi abuelo, la gente estaba dispuesta a organizarse, a que los mataran:

Mataran. Mataran. Mataran. Mataran.

A que los apedrearan, a que los violaran o a que los torturaran, porque ante todo siempre estaban dispuestos a atacar. Porque antes la gente estaba dispuesta a reconocer que había alguien parado ahí enfrente y se miraban a los ojos.

Y por eso se iban a la clandestinidad, se iban a la selva, a la montaña, o a un pueblillo con falsas identidades para construirse una propia, para cobrar vida y planear el ataque.

Pero yo sigo sin encontrar ese tipo de acetato (incluso tontamente llegué a preguntar por él en Cuba hace algunos años).

Y siento que lo único clandestino en mí es el miedo; porque nos dijeron que lanzar una piedra contra un aparador era un acto de terrorismo extremo y nos lo creímos, de ahí tantos otros malos actores, que reconoces porque se llaman así mismos punks o anarquistas del nuevo orden mundial. Y van por la vida simulando actos de violencia moderada. Y pienso en la moderación inmensa que me habita, digan lo que digan mis palabras y mis acciones, sucedan éstas dentro o fuera de mi película.

Y cuando el sistema se organiza, como se está organizando ahora para terminar de destruirnos y supongo de destruirse, nos juntamos en las plazas y contamos cuántas miles de personas somos y discutimos con los periódicos sobre la cantidad de personas que estuvimos ahí y pensamos que es grave el hecho de que ellos mientan al pueblo. Porque a la mañana siguiente el periódico dirá que al final del día, tanto manifestantes inconformes, como la policía (la única que da la cara) aprendimos a fumar la pipa de la paz, ya todo ha pasado. Pero el fútbol y la televisión abierta no son opio de verdad, y como a nosotros no nos gusta que nos llamen “inconformes”, nos inconformamos.

Y yo siento que lo que habita en el fondo oscuro de nuestros discursos no es otra cosa que el terror a perder los cimientos sobre los que fuimos construidos.

En la película que he imaginado para mi abuelo hay un helicóptero que filma desde arriba el zócalo con sus millones de hormigas manifestantes y en otro plano, ubicado más arriba del helicóptero, están nuestros verdaderos padres y abuelos, ahí están sus casas, que son las casas de nuestros gobernantes y sus congresos, ellos son los que en realidad nos parieron y no lo digo yo, lo dice la Historia, yo creo que incluso mucho antes que los micénicos. Pero nosotros seguimos conversando como si no existieran, como si lo único que existiera es del helicóptero para abajo, pero el truco está en aprender a ver del helicóptero para arriba, porque así uno actúa mejor y hace su mejor esfuerzo, porque entonces nuestros padres se pueden sentir orgullosos de sus hijos rebeldes, orgullosos de vernos debatiendo y pensando desde sus ventanas. Y es que uno nunca sabe, quizás algún día, como por golpe de suerte, al más atinado y elocuente de nosotros le tiren una cuerda dorada por donde subirá para ser abrazado y cuando lo abracen sentiremos que lo abrazan por todos.

Y por eso formamos asambleas y las decoramos, les ponemos nombres vistosos: “Asamblea feminista”, “Ecología y Sanidad”, “Desobediencia, vivienda y política”, “Migración y aguas negras”, “Desempleo y otras alternativas”, “Medioambiente y comunidad LGBT”, “Sociedad y aborto psicológico” “Escritura creativa que no es escritura creativa” y “Reflexión en tardes de sillón rojo”. Es la increíble película del mundo del movimiento social que en tantos años de “democracia” nunca se ha animado a vincular la práctica política con la acción, porque creen que simplemente no es necesario.

Y nosotros nos quedamos en el zócalo dialogando entre nosotros, manifestándonos más allá del horario permitido por nuestros padres y sentimos que esa es nuestra gran victoria, la de manifestarnos más allá de la hora lícita. Y dejamos el zócalo hecho una mierda con embaces de licor barato y cartones de cerveza, porque así llamamos también su atención, seguro ahora así la cuerda dorada está cerca, o tal vez algún diploma, un reconocimiento, o por lo menos los chilaquiles para la cruda.

Y siento alrededor de mí una inmensidad muy grande, una sensación de imposibilidad, de ruina, como si mi cuerpo fuera el desierto en donde los espejismos son la verdadera iluminación.

Y siento que la guerra que pedimos ya se está jugando en el desierto de cada uno. Entre nosotros y la soledad, entre nosotros y nuestra propia idea de nosotros mismos. Entre nuestra rabia tan bien maquillada y nuestra frustración, nuestra profunda tristeza. Y pienso que será una batalla que no estará exenta de violencia contra uno mismo. Alguien va a terminar con el papel tapiz y los vestuarios calcinados, sólo bastará con soplarles y alguien va a filmarlo, desgraciadamente no seremos nosotros, todo pasará como en big brother.

Los artistas rara vez hablan de economía o de muertos, a menos que les caiga cerca la desgracia, pero es raro. Nosotros siempre miramos de reojo al que nos da de comer: es decir, a los estados, o los ayuntamientos o las empresas que subsidian las presentaciones, festivales, o congresos. Si al menos hiciéramos una biografía de cada uno de los que sostienen el mundo cultural. Si al menos pudiéramos analizar los negocios en los que participan los que sostienen este lugar que estamos habitando hoy. Pero como dijo Maurice Blanchot y como bien sabía nuestro queridísimo Paz: “La cultura es ese lugar en donde el poder siempre encuentra a sus cómplices”.  Porque no hay que ser como el perro que le muerde la mano al que le da de comer. Quisiera decir que ya tengo rabia, pero lo único que hago es morderme la cola a mí misma. Una y otra, y otra vez.

Y pienso en el miedo. Y pienso en su otra cara se llama ego. Un asqueroso ego que se multiplica por todos lados. Y pienso que por eso ejercemos de manera esquizofrénica el rol del jefe y del empleado temeroso a ser despedido, y recuerdo que ya no me hablan los compañeros de trabajo ni los de escuela, ni los de la infancia. Y lo merezco, de hecho ni siquiera merezco hablar en plural en este poema que ya no me importa si ha dejado de serlo, porque esta es la rabia, he aquí la rabia de la simulación, la de querer jugar al destierro y algunos han dicho a mis espaldas: “ella cree tener rabia y además plagia, salúdenla a escondidas, pero que el gran jefe no lo advierta”, ese que es jefe porque ya ha publicado y ha ganado premios, ese que es innombrable. Y al que yo misma le construí una escultura de chicle. Ahora me siento vencedora por ganar su desprecio, por lo menos ahora como perro tengo la oportunidad de mearle, por lo que a usted y a su fiel ciervo les comunico: Ya casi me voy, lloren.

Y recuerdo lo que dijo alguna vez Marco, el argentino poderoso: “Y por eso nos seguimos pensando solos. Nos quebraron los lazos colectivos, somos como una gran manada de árboles navideños y tenemos hasta el tuétano la imagen del héroe. Da igual que sea el Capitán América o el Che Guevara. Seguimos habitando sombras sueltas, despojadas del lugar del que nacieron. Porque ya nadie sabe quiénes fueron los que sostuvieron al Che, o los que lo dejaron caer en Bolivia”.

Y por eso yo me sigo imaginando con un traje falso de heroína solitaria y en mi película grabada con celular no quedará más remedio que hacer un simple monólogo que diga:

Voy a poner en la pared de fondo a todos los líderes democráticamente elegidos por los estados de México y les voy a pegar un tiro en la frente, si es que ya tengo la seguridad suficiente como para no pegarle un tiro a alguno de los actores.

Pero no puedo seguir porque hay una voz que interrumpe constantemente. Es la voz de mi abuelo diciendo: “Si quieres tomar algo de nosotros, si quieres el acetato, toma la capacidad de pelear por un sueño”

Y yo le digo, casi sarcásticamente: ¿Un sueño? ¿Qué sueño? ¿La utopía?

Y él me dice muy serio: “Sí, la utopía”

Y yo le digo: Pero ya no hay lugar para la utopía. La herencia más siniestra que nos dejó el comunismo fue la idea del hombre nuevo, que es la contracara perfecta del estúpido hombre bueno del capitalismo. Hubo militantes guerrilleros que violaron incluso a menores, y hubo poder. Hubo mucho poder. Y sobre todo volaba la idea de ese <hombre nuevo> y de esa nueva sociedad radiante y feliz.  Ese mundo irreal, tan irreal como la familia bondadosa del capitalismo.

Y él me pregunta con cierta rabia y tristeza: “¿Entonces ya te pasaste al grupo de los incrédulos?”

Y yo le digo: Tenemos demasiadas cosas que aprender de ustedes, pero no la ingenuidad del mundo nuevo.

“¿Y por qué van a luchar entonces?”, me pregunta él

Por algo que no sabemos qué es, pero que será imperfecto. Aunque eso sí, no tan imperfecto como este infierno de espejos en el que vivimos.

“Qué tengan suerte”, me dice y me toca la cabeza. “Y cuídate, yo sé como operan, son asesinos”

Y desaparece.

Y yo me recuesto en el zócalo, pensando en lo mucho que odio a Shakespeare y de cómo es que siempre, de una u otra forma, aparece, aunque yo trate de ser una antiseñorita, una antibufona, una antimusa. Y miro las estrellas y miro cada pedazo de cielo oscuro como si fuera el reflejo de un muerto que fue tirado en el río: maldito Shakespeare, maldito rey león. Y pienso que somos miles los que estamos así en este momento, mirando con impotencia el cielo. Y me pregunto:

¿Hasta dónde pusimos el cuerpo?

¿Dormir recostados sobre la plancha fría una semana es poner el cuerpo?

¿Recibir tres macanazos de la policía en la espalda es poner el cuerpo?

¿Hacer clown frente a los militares es poner el cuerpo?

¿Sacarnos una foto en la manifestación y subirla a facebook o twitter es poner el cuerpo?

¿Cuándo dejamos de creer que este sistema, que nuestros propios padres nos iban a salvar la vida?

¿Cuándo sentimos verdaderamente el miedo a no tener con qué sobrevivir?

Hemos evitado las preguntas que siguen volando en nuestro interior como palomas acurrucadas detrás de un agujero. Porque en mi casa el agujero se llama dinero y se llama soledad, y se llama dolor celosamente guardado, tristeza o melancolía. Y se llama amigos de vida y familia, y se llama lo que todos ellos esperan de mí y lo que yo misma sigo esperando de mí. Y se llama terminar una carrera creativa, carrera artística (por cierto que asco de palabras unidas, carrera artística…) si al menos fuéramos como los pintores anónimos. Y se llama la casa y el carro que esperan que tenga, y se llama la familia que esperan que forme, y se llama el odio que no puedo pensar, y se llama jodida esperanza, que como quema y como arde no he aprendido a compartir. Y se llama miedo.

Porque nadie va a destruir nada sin mirar antes a los ojos, y nadie va a construir nada tampoco.

Y yo pienso en mi abuelo, y pienso en la responsabilidad con la que él pensaba en la violencia y en la muerte, para ejercerla día con día. Y pienso en la violencia estúpida que también marcó mi vida, la violencia en mi casa y las peleas estúpidas para ver quién era más fuerte. Y en como mis amigas y yo queríamos creernos hombres, gays, fuertes. Y en los balazos que mataron a mis amigos en Cuernavaca.

Y por eso aseguro: aprenderemos a prender fuego a todo lo que tenga que arder. Y aprenderemos a cuidar aquello que nunca se debería quemar. Y yo que crítico tanto las referencias no puedo evitar citar una parte de Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino que dice:

“El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio».

 Por Melissa Méndez

Despertar en Ayotzinapa

Desperté entre humos sacros,

el coro de ángeles virreinales entonaba:

«Harás también un altar para quemar el incienso» (Ex 30, 1)

Entonces se elevó el incensario hasta llegar a la altura de mis ojos, -ellos- lo movían de adelante para atrás y nunca de atrás para adelante. Me enseñaron que esto constituía una sola oscilación, pero que en el caso de requerir una doble oscilación se debería repetir el movimiento externo, haciendo más pronunciado el segundo que el primer movimiento.

La dignidad de la persona o cosa, determinará si la oscilación es una o es doble y es así como se oscilará una o 43 veces más.

bolanos-la_portentosa-1792-01-primary

Por Melissa Méndez

Exposición colectiva El teatro del mundo

Exposición colectiva El teatro del mundo presentándose en el museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo. Del 12 Junio al 28 de Septiembre del 2014.

ARTISTAS

  • Alexánder Apostol
  • Yto Barrada
  • Marcelo Cidade
  • Nathan Coley
  • Livia Corona
  • José Dávila
  • Marjolijn Dijkman
  • Gardar Eide Einarsson
  • Angela Ferreira
  • Andreas Fogarasi
  • Meschac Gaba
  • Carlos Garaicoa
  • Terence Gower-Pedro Reyes
  • Pablo Hare
  • Heidrun Holzfeind-Christoph Draeger
  • David Maljkovic
  • Olivia Plender
  • Anri Sala
  • Kostis Velonis

CURADURÍA

  • Andrea Torreblanca

lwt__exposicion-s-c

RESEÑA

  • Melissa Méndez

Al escuchar el nombre de esta exposición vino a mi mente el añejo Calderón de la Barca y su obra El gran teatro del mundo, con la diferencia de que aquí decidieron extirpar el “gran”. Y en realidad va muy acorde ya que la exposición es pequeña: únicamente dos salas blancas de aproximadamente 12 metros de largo y nada más.

Entré pensando en que vería escenarios teatrales o piezas de estos, también imaginé que los artistas compararían dramaturgias con representaciones teatrales o cuestiones por el estilo; pero no pude estar más equivocada, la arquitectura es la gran protagonista de esta exposición, la arquitectura en la vida diaria.

Fotografías y maquetas de extraños proyectos arquitectónicos alrededor del mundo le dan vida a las salas, algunos complejos están terminados y otros no; pero la mayoría apuntan a un uso irrelevante y sin sentido, engendrando dudas inmediatas: ¿para qué? y ¿por qué?, ¿cuál es la necesidad?, ¿acaso es el reflejo del ego del hombre?, ¿es el miedo del hombre?

A mi salida pensaba en lo que en realidad me había resultado más valioso de la exposición, y definitivamente es que en todo momento nos está hablando de la perfección no alcanzada por el ser humano y de como ésta se refleja en su majestuosa arquitectura: en los pisos, en los techos y en las paredes que supuestamente lo protegen y supuestamente lo definen; pero seamos honestos, no hay nada más bello (estéticamente hablando) que la contemplación de la ruina, tanto de la propia como de la colectiva, porque es sólo a partir de ella que surge la reconstrucción, he aquí el verdadero esplendor. Y como diría Calderón: “No olvides que es comedia nuestra vida y teatro de farsa el mundo todo, que muda el aparato por instantes y que todos en él somos farsantes…”. 

Porque nadie quiere se le venga el techo encima, ¿o sí?

!No se la pierdan! Altamente recomendable.

hope_and_glory__exposicion-s-c

Huevito Tinder sorpresa

Recuerdo cuando mi ex me dijo que pensaba que era gay y que era mejor separarnos, ocurrió en febrero de este año. Me puse a tragar como marrano y no me levanté de la cama por dos semanas; hasta que un día tocó a la puerta mi hermano para burlarse de mi desgracia. Recuerdo que mencionó algo sobre una colonia de cucarachas viviendo en mi bote de basura y después me dijo que la solución a mis problemas además de contratar a un exterminador era Tinder.

Al principio no le entendí, ¿Kinder?, ¿Huevito Kinder? le pregunté, y seguido le dije: sí, por favor ¡dame, dame!, ¡necesito más chocolate! y tú puedes quedarte con el juguetito sorpresa, pero me contestó: No idiota, ¡Tinder!, Tinder es una app para el celular, bájala, y se marchó con indignación.

Entonces con mucho trabajo estiré mi brazo y tomé mi celular que tenía mocos por tanta lloradera y bajé el susodicho Tinder. Pronto se iluminaron mis ojos… después de haber sido rechazada por un hombre, ahora tenía la oportunidad de rechazar también a miles de fulanos desconocidos con un sólo touch, no se me ocurría una mejor y más placentera venganza hacia el sexo masculino; qué importaba que no fuera a mi ex directamente… Literal mi dedo se cansó de picarle a tanto tachesito, hasta que de pronto vi fotos de güeyes realmente guapos, ¿y por qué no picarle entonces a la palomita?, digo… ¿qué podía perder si mi dignidad ya estaba por los suelos?

Y bueno, de las palomitas llegaron los matches, de ahí los mensajitos, y de los mensajitos las invitaciones a Facebook, de las invitaciones a Facebook los mensajitos ahora por Whatsapp, y de ahí las llamadas por teléfono para finalmente llegar a las incomodas citas…

No relataré todos los sucesos desafortunados que me ocurrieron en estas citas, que van desde silencios incómodos, personas que resultaban no ser la de las fotos, vómito e intentos de violación; simplemente diré que fue un grave y fatídico error. Ya que como ocurre con el huevito kínder todas y cada una de mis citas llegó con una sorpresita… pero no fue una sorpresa agradable, en realidad era cómo si cada vez que tenía una cita con alguno de estos hombres, me saliera uno de esos juguetitos que nunca entiendes bien como armar o que vienen sin algunas piezas, o que simplemente son juguetes estúpidos, sin ninguna utilidad, poco divertidos y feos.

No me malinterpreten, creo que bajo algunas circunstancias, quizás una en un millón… alguien pueda encontrar al amor de su vida en Tinder o por alguna de estas aplicaciones o innovaciones de internet, digo, la tecnología es imparable y la idea es que el humano se parezca cada vez más a un robot para que no tenga que esforzarse por prácticamente nada, y en realidad es una idea tentadora puesto que es divertido sólo estirar la mano y recibir cosas en automático.

Sin embargo, mientras siga siendo humana, entendí que mi solución no estaba en mi maldito teléfono, sino en sacar mi trasero de la asquerosa cama para ejercitarlo, porque la competencia ahora es más grande y no sólo es entre otras viejas, sino también entre otros güeyes con culos más perfectos que el tuyo.

Aunque bueno, también está la opción de respirar, de abrir los ojos y de convivir con el mundo, de simplemente sonreír. Porque uno nunca sabe, quizás el chico que te está pidiendo que le pases la cátsup en tu pizzería favorita, o el que quiere que le pases los limones en la taquería de la esquina ¡pueda ser el bueno!

Melissa Méndez

kinder

A Lenin:

Ponme la mano aquí Macorina, ponme la mano aquí…

Después deslízala  sobre la majestuosa cama verde “sólo para fumadores”.

Pásenle por acá jóvenes, pásenle por allá

prueben el albur del cine Tonalá, pero primero la serenidad de un buen té:

Caravanseraï

—   Denle a mi hombre el de La mujer acechada

aunque antes se haya convertido en El hombre que espera.

súbitamente a la fragilidad se le olvida que es ley seguir  corazonadas…

Y también un poco la cuenta (lenta):

1 año

2 años

3 años

4 años

¡Búfalo 66 frente al sillón marrón!

Nuestros cuerpos paralelos sobre las almas perpendiculares

-Mezcal con y sin pepino-  tus ojos con un toque de fortuna dentro del vaso azul

pequeño vaso azul.

También faldas de flamenco y castañuelas salen volando de aquél tren.

Nada te pertenece: resuena mientras camino tocándote la espalda

tocándote tocarme.  Y mientras el magnetismo de la tierra lo permita.

“Arrullo de estrellas”,  la intimidad dentro de mi pajar blanco y en ruinas

te lo digo desde el alma y con el corazón abierto…

Volvería a esperar por ayer (un caracol de siglos más) porque ayer aún late en mí.

Tu mirada que ya me alcanzó entre las manecillas derretidas de este mundo demente.

Gracias

te lo digo desde el alma y con el corazón abierto…

María llena eres de gracia: María Jeannina Marín Tommasi fue el nombre de su madre.

Delicadas coincidencias

fin del acertijo, me lo dijo el Dios google: María es sólo un nombre propio

equivalente a los nuestros: Lenin y Melissa o agua y viento

porque ahora sé que el agua y el viento laten desde el vientre para descubrirse

tan eternos para descubrirse.

 

De Melissa.

 

La María Cantú

En Cuerna, de pronto es en el underground cuando llegas a escuchar bandas interesantes, lo malo es lo fugaz que puede llegar a ser ese sonido; pero uno que no se ha perdido es el de La María Cantú. Y no… no tienen que ver con Paty Cantú o con María la del Barrio, de hecho el nombre creo que tiene que ver con una activista de un docu mexicano o algo así, pero en fin, lo más importante de esta banda morelense es la maestría con la que tocan sus integrantes, se nota que existe verdadera conexión, y bueno el resultado es una fusión interesante de estilos (ska, reggae, funk) que deriva en la pura buena vibra. Simplemente te hacen pasar un buen rato, te cambian el estado, te hacen sonreír, te hacen bailar y sacar el churro.
Y yo nada más por eso les hago esta rimilla: Ya llevan un ratote y da gusto, pues se lo han ganado a pulso.
Qué vengan más éxitos!

00:04:58
Agregado el 18/09/2013
206 vistas
                  Imagen
 Los links donde los encuentras:
PRESKIT ELECTRONICO (EPK) La María Cantú | EPK (Electronic Press Kit) www.youtube.com/watch?v=cACmyvwaHGQ
 ——–>>>>> Video oficial «La Bruja» – La María Cantú La Bruja – La María Cantú www.youtube.com/watch?v=k_ax_5qlZEk
——–>>>>> Video en vivo, sesiones Tercer Nivel (Guerreros de Sangre) MARIA CANTÚ – GUERREROS DE SANGRE (3ER NIVEL SESSIONS) www.youtube.com/watch?v=nTMZtHtD0Io
 ——–>>>>> Disco prendiendo la mecha (2012)
 ——–>>>>> Disco Fusion Latina (2006)
——–>>>>> Estudio de grabacion AUDIO 51 (estudio independiente de La María Cantú a cargo de su Ing. Carlos Israel Segura)
 Facebook del estudio:
Facebook del ingeniero:
——–>>>>> Productora independiente DONSO Facebook: www.facebook.com/donsoproductions?fref=ts
Pagina official: www.donsoproductions.com
 ——–>>>>> Productora Independiente Ararat Producciones Facebook: https://www.facebook.com/pages/Ararat-Producciones/152632881444220

2014

Resulta que a veces confundo el 2011 con el 2012 y el 2012 con el 2013, también he olvidado lo sucedido entre el 2000 y el 2009, aunque no sé si el 2009 es el que en realidad recuerdo y el 2010 el que he olvidado. De igual forma, en estos años he olvidado datos personales como teléfonos, direcciones, mails, e incluso mi edad (mmm bueno, quizás esto sea por conveniencia) también confundo nombres, lugares, eventos, y no, no es el alcohol o las drogas, fue la llegada del tercer milenio el culpable de mi alzheimer, porque cosas anteriores al 2000 sí que las recuerdo.

Cuando comenzó el 2000 creí que finalmente llegaría el apocalipsis como indicaban las premoniciones de Nostradamus y otras lecturas, películas y programas de dudosa reputación habían vaticinado durante mi preadolescencia, pero nada ocurrió… e incluso ya con mis veintitantos intenté mantener la fe por el 2012; pero era claro que el apocalipsis jamás llegaría, por lo menos no de la manera en que yo lo esperaba…

Ahora he comprendido que todo lo que rodeaba al tercer milenio no era más que una construcción «hollywoodense» y la consecuencia de consumir malas drogas y/o dejarse demasiado tiempo una barba blanca y sucia durante los siglos pasados. Pero mis reflexiones llegaron bastante tarde, era evidente que todo aquello había producido en mí una fisura mental, producto de la espera por un alivio, una cura que no llegaría nunca, y digo alivio porque ¿qué mejor manera de acabar con una humanidad decadente, egoísta y podrida que con un armagedon?, ¿pero supongo que no sería justo verdad?, en fin… De cualquier manera moriré en este maldito milenio, y no será gracias a la erupción de un volcán, o por un superterremoto, tampoco moriré a manos de un zombie que me persigue mientras corro de la manera más sexy tipo Carmen Electra con un top blanco sin brassier, no, no, no… Sé que moriré de una enfermedad llamada neumopatía fibrostática intersticial postraumática, o algo por el estilo, a los 80 años diciendo incoherencias y con un pañal enorme encima, y créanme,  ni el doctor va a poder explicar bien que significa esa enfermedad (sí, a pesar de los grandes avances científicos del milenio).

Y bueno, no intento ser grinch, pero la verdad es que no hay escapatoria, el llamado nuevo milenio me tragó y también va a escupirme, tal como la ballena hizo con Jonas o con pinocho, y bueno, creo que en realidad va a tragarnos a todos, excepto si eres alien y esas cosas, pero en este proceso de mala digestión me he procurado un nuevo propósito… Recordar, y no porque recordar haga la expulsión más pronta, o eso me permita rasgarle la pobre pancita a la ballena, !naaaa!, nada de eso, sino porque recordar permite que voltees a ver tu propia vida, te da la oportunidad de entenderla, de reinventarla, de jugar, de adornarla o austerizarla (creo que me inventé esa palabra) de matizarla u opacarla, pero no mediante un filtro de instagram o photoshop, sino de uno digamos más fidedigno, y creo que definitivamente esto es mejor que el embotamiento que produce la matrix, ya que hoy en día todo es tan automático e inmediato que también ya nos da hueva recordar y como aún no existe un botón para esto, mi propósito para el 2014 se traduce en: No quiero una mac, no quiero una tablet, no quiero videojuegos, no quiero el iphone nuevo, no quiero tv de pantalla plana, ni un robot, ni un super consolador (ok, pensándolo bien esto podría ser una excepción) ni un auto volador… Lo que quiero es un jodido diario, sí, como el de Ana Frank, como el que vende Paulo Cohelo por 300 pesos, bueno no, ese no obviamente, pero sí quiero un diario, es cursi lo sé, endemoniadamente cursi… pero es así… Tan simple y tan prosaico como eso.

ballena

Generación Espontánea

Reflexión intensa tras una reunión en casa de Rentería con unos «amigos».

¿En serio crees que él ponía atención a la lectura tan poco audible de tu poema, tan altamente verticilada dadas las circunstancias de cantina prosaica? ¿En serio crees que lo gozaba mientras me miraba las tetas?, quizá… quizá no te distes (si leístes bien) cuenta que cuando él te proponía ser alguien al escribir en su revista, lo decía a través de mí y de sus tentáculos, que ya sin ojos buscaban mi cuerpo bien poético y podrido. ¿No viste cómo le sonreía al espacio anticipando el deseo que ocho horas más tarde sería truncado?, ¿no?, bueno, no me des las gracias, sé que no entendiste.

Estás chavo, sí en efecto, ódiame por eso.

Supongo que es lindo que te publiquen, autopublicarse no tiene chiste, eso dicen, ya que de esa forma nadie mama a nadie, ¿por qué si no, cómo se reconoce la mierda?; después de confundir a los estridentistas con no se quién en la casa del poeta, la verdad es que nosotros sí la reconocimos entre varios alteros de cadáveres que vestían ropajes salvajes de hojas, hiper salvajes como los detectives que intentamos después no ser, y mientras una voz como salida de un megáfono alegaba no sé qué, y mientras líneas de coca que dirán que no existieron iban desapareciendo en tiempo real, sí, eso, mierda, mucha.

Y bueno para llegar al punto: ¿y tú qué hacías mientras me dejaba caer?, es como un buen título ¿no?, quiero creer, dame una esperanza, porque somos la generación que se jacta de no ser nadie, somos lo jactancial, lo reiterativo, lo ridículo, un diálogo que dice: yo me burlé de ti mucho antes que tú de mí, muchísimo antes, te lo prometo, te lo juro, te gano, y así. No soy nadie y entonces puedo hacerte pedazos en mi invisibilidad o imbecibilidad, porque hay tanta rabia, ya sabes, somos punks pero sonrientes, excepto yo, quizás, pero primero respóndeme, ¿qué hacías tú mientras cualquiera se dejaba caer? Porque está claro que no estabas viviendo, solo te hacías un disfraz de grabadora, una grabadora como en la actuación de cierto dramaturgo ya en su ocaso que desempolvaba recuerdos de la mierda que fue en su juventud. Pena, tras pena, tras pena, tras pena, tras pena, tras pena, tras pena (lo siento, es que es mi mantra).

¿Tú haces crítica literaria verdad?, ¿nos podemos sentar?, ¿puedo robarme los libros de tu casa?, ¿puedo robarme la figurilla de diablo que tienes bajo llave?, ¿puedo ser parte de tu generación?, ¿puedo beber agua de tu llave?, ¿puedo sentarme en tus piernas para que me llames Lolita?, y después pendeja, y después lo que quieras. Compárame con tu Dios para caer desde lo más alto, hazme perder el rostro y entonces veme llorar y date cuenta de que ya no existes, que no hay humanidad, ni tampoco hay un jodido colectivo. Pero vamos a relajarnos por favor, relaja la raja bitch, porque amamos los anglicismos y siempre creemos saber de lo que estamos hablando, eso podría ser un buen manifiesto chicos, sólo no sé, la verdad no me gusta la portada, pero ya no importa, quizá si tan sólo empezáramos por escucharnos, de verdad, ¿cursi verdad?

Melissa Méndez


gene