¿Qué nos ofrece la muerte en el teatro?

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 La aparición de personajes muertos en el teatro muestra la mejor contradicción de la ilusión dramática en un trozo de «vida». Entre los múltiples modos de abordar la muerte en el teatro, sobresale una que parece gozar de cierta preferencia entre los dramaturgos de las últimas décadas: un teatro en el que todos, o por lo menos la mayoría de los protagonistas han muerto antes de dar la tercera llamada. Ejemplo de esto lo podemos ver en Son post mortem Das Verhör des Lukullus, de Bertolt Brecht (1938), Huis clos, de Jean Paul Sartre (1944), y La otra orilla, de José López y Rubio (1954), por mencionar tan sólo algunos ejemplos, que van desde el teatro de protesta social, pasando por el filosófico,  o el del simple entretenimiento.

El teatro aborda y muestra lo que sucede entre Eros y Tánatos, así podemos ver la fatal lucha de Antígona por dar sagrada sepultura a su hermano Polinices y ser condenada a muerte por contrariar a su Tío Creonte; o la trágica muerte del Rey Lear tras ver como es asesinada su hija Cordelia, o el asesinato del padre de Hamlet, así como los mortales celos de Don Gutierre que llevan a la muerte a su esposa Mencía para preservar su honor en El médico de su honra de Calderón de la Barca. En fin, la lista sería interminable ya que las pasiones que se desatan en las tramas dramatúrgicas, las mayoría de las veces llevan a desenlaces trágicos que propicien una catarsis en el espectador.

Al abordarse el tema de la muerte en el teatro, encontramos un trasfondo común. Sus autores plantean la universal angustia de la existencia de un “más allá” después de la muerte. Esbozan que la vida y la muerte no son opuestos; que no hay en realidad demasiada diferencia entre ambas; que la muerte no significa un aniquilamiento y siempre queda algo que hacer y cumplir posteriormente, dejando el atisbo de lazos que perduran entre los muertos y entre los vivos, en donde todos somos libres y responsables de nuestros actos.

Manuel Cruz, Actor y director de teatro. Investigador Escénico del Museo Universitario del Chopo  y Titular de la cátedra de Teoría e Historia del Teatro en  la Escuela Laboratorio La Rueca. Contacto: manuel.cruz.vazquez@gmail.com

Generación Espontánea

Reflexión intensa tras una reunión en casa de Rentería con unos «amigos».

¿En serio crees que él ponía atención a la lectura tan poco audible de tu poema, tan altamente verticilada dadas las circunstancias de cantina prosaica? ¿En serio crees que lo gozaba mientras me miraba las tetas?, quizá… quizá no te distes (si leístes bien) cuenta que cuando él te proponía ser alguien al escribir en su revista, lo decía a través de mí y de sus tentáculos, que ya sin ojos buscaban mi cuerpo bien poético y podrido. ¿No viste cómo le sonreía al espacio anticipando el deseo que ocho horas más tarde sería truncado?, ¿no?, bueno, no me des las gracias, sé que no entendiste.

Estás chavo, sí en efecto, ódiame por eso.

Supongo que es lindo que te publiquen, autopublicarse no tiene chiste, eso dicen, ya que de esa forma nadie mama a nadie, ¿por qué si no, cómo se reconoce la mierda?; después de confundir a los estridentistas con no se quién en la casa del poeta, la verdad es que nosotros sí la reconocimos entre varios alteros de cadáveres que vestían ropajes salvajes de hojas, hiper salvajes como los detectives que intentamos después no ser, y mientras una voz como salida de un megáfono alegaba no sé qué, y mientras líneas de coca que dirán que no existieron iban desapareciendo en tiempo real, sí, eso, mierda, mucha.

Y bueno para llegar al punto: ¿y tú qué hacías mientras me dejaba caer?, es como un buen título ¿no?, quiero creer, dame una esperanza, porque somos la generación que se jacta de no ser nadie, somos lo jactancial, lo reiterativo, lo ridículo, un diálogo que dice: yo me burlé de ti mucho antes que tú de mí, muchísimo antes, te lo prometo, te lo juro, te gano, y así. No soy nadie y entonces puedo hacerte pedazos en mi invisibilidad o imbecibilidad, porque hay tanta rabia, ya sabes, somos punks pero sonrientes, excepto yo, quizás, pero primero respóndeme, ¿qué hacías tú mientras cualquiera se dejaba caer? Porque está claro que no estabas viviendo, solo te hacías un disfraz de grabadora, una grabadora como en la actuación de cierto dramaturgo ya en su ocaso que desempolvaba recuerdos de la mierda que fue en su juventud. Pena, tras pena, tras pena, tras pena, tras pena, tras pena, tras pena (lo siento, es que es mi mantra).

¿Tú haces crítica literaria verdad?, ¿nos podemos sentar?, ¿puedo robarme los libros de tu casa?, ¿puedo robarme la figurilla de diablo que tienes bajo llave?, ¿puedo ser parte de tu generación?, ¿puedo beber agua de tu llave?, ¿puedo sentarme en tus piernas para que me llames Lolita?, y después pendeja, y después lo que quieras. Compárame con tu Dios para caer desde lo más alto, hazme perder el rostro y entonces veme llorar y date cuenta de que ya no existes, que no hay humanidad, ni tampoco hay un jodido colectivo. Pero vamos a relajarnos por favor, relaja la raja bitch, porque amamos los anglicismos y siempre creemos saber de lo que estamos hablando, eso podría ser un buen manifiesto chicos, sólo no sé, la verdad no me gusta la portada, pero ya no importa, quizá si tan sólo empezáramos por escucharnos, de verdad, ¿cursi verdad?

Melissa Méndez


gene

 

 

 

 

Sin equipaje

En el largo pasillo de aquel edificio de apartamentos siempre tan desolado, siempre tan silencioso, esa tarde irrumpió escandalosamente el estruendo de una puerta cerrándose con violencia. Unos segundos después, sus tacones resonaban, cada paso un poco más fuerte, un poco más rápido, reflejado en el eco de esa ausencia  de cosas y de empatía que colmaba su vida hasta ese día. Sólo volvió el silencio hasta que se detuvo frente al elevador.

Su delicada mano, perfectamente arreglada, con las uñas de gel recién puestas y pintadas, apretó el botón y la puerta se abrió casi de inmediato. Entró. Lo último que sus padres vieron fue esa larga cabellera rubia que tantas discusiones había causado en casa. No llevaba equipaje, pero no necesitaba nada de lo que se quedó en su habitación: los jeans gastados, los tenis, los trofeos de su equipo de futbol escolar… vestigios de un mundo masculino en el que nunca pudo encajar.

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Rita Lilia García Cerezo

ritagcerezo@gmail.com

Resonancia

En el vientre dilatado

En la nalgada de bienvenida

En los llamados de media noche

Que entran pariendo heridas.

 

En mamá y papá improvisado

En cubos de leche temblorosos

En un juego llamado:

“Cómetelo y lo tendrás todo”.

 

En el primer rojo fluido

En un brote matutino

En erecciones cardinales

De barbilla, frente y carillo.

 

En una proyección lunar

Versando a tonos un nombre

Cuarteándose en la piel

Tristezas, alegrías y reproches.

 

En un paso adelante

En un intento de vida

En una madurez que quiere

Ser patrón de rutina.

 

En la toma del dedo anular

En la colcha de uso compartido

En verse forcejeando

Para levantarse los domingos.

 

En el vientre dilatado

En la nalgada de bienvenida

En los llamados de media noche

Que entran pariendo heridas.

 

En el partir de horas y reuniones

En el comienzo de la oxidación

-cutánea

En el falso contacto de los cables

Que te hacen levantar por la

-mañana.

 

En los pasos primitivos

de empezar a calzar ligero

En el pelo deslavado

quebrantándose a destiempo.

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Daniela Sánchez Chowell

dchowell@live.com.mx

Ejercicio 5. 3’44 No soy John Cage.

Falsos/los sonidos no existen/vacíos por solicitud/los sonidos no son verdaderos/están llenos de ausencia/los sonidos son ausencia de silencio/son silencio porqué son falsos porqué  sonidos no existen/porqué son los papás/porqué están en la memoria/la memoria falsea/los sonidos de la memoria son falsos/no mientas/no escuchas sonidos/no recuerdas sonidos/no seseas/no deseas sonidos/no existen los sonidos/no experimentas sonidos/no experimentas música/no existe la música/ni la música experimental/ni los petrarquismos de las letras castellanas/no existen las letras/menos la poesía/la articulación poética es terrible/la poesía perfecta es texto vacío/es blanch/el espacio del sonido/que no sustenta el espacio/espacio vació/sonido vacío/si insisto el sonido vacío/el vacío del sonido/vacío/cio/cio/io/io/i/i/i/i/i/i/i/i/i/i/[sostener la nota indefinidamente]/o/[silencio]

Andrés Chávez

andresbeatsebas@hotmail.com